Sacerdotes católicos marcharon con estudiantes de universidades históricamente negras en Atlanta.
Las protestas por la muerte de George Floyd han llegado, en Estados Unidos, a unir a casi todas las confesiones religiosas bajo una misma divisa: basta de racismo; las vidas de los afroamericanos (y, por extensión, de los hispanos o los asiáticos, los africanos o los musulmanes) importan. E importan tanto como la de los blancos.
En las protestas pacíficas, ha habido religiosas personas que han sufrido en carne propia los estragos de la represión, como la reverenda Laura Young, de la Iglesia metodista, quien fue rociada el sábado 30 de mayo con gas pimienta en una manifestación antirracista, en Columbus (Ohio).