200 Ilusiones… 200 desafíos
“Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria…” Estas palabras de Ryszard Kapuscinski en Ébano, se podrían decir de las 200 viviendas, después de todo es un pedacito de África.
Mi experiencia en las 200 empezaba con solo una certeza: sabía que iba a estar con niños. Tenía claro que quería estar con los mayores, ya que es la edad a la que estoy acostumbrado durante el año en Pamplona. Por otro lado, sentía inquietud por los compañeros que me tocarían, puesto que no nos conocíamos de nada, pero la inquietud se difuminó rápidamente porque se fue creando muy buen ambiente.
Después llegó el contacto con los chavales/as… Al principio con mucho respeto y cierto temor, ya que eramos simples desconocidos para ellos y viceversa, pero con ayuda de los monitores locales poco a poco fuimos soltándonos y conociendo a los chicos/as. Entre juegos, piques, y sobre todo risas, los nombres de los chicos y chicas se iban grabando en mi corazón. De ellos he aprendido muchas cosas como por ejemplo a disfrutar de lo sencillo, a valorar más lo que tenemos en el día a día, y sobre todo a vivir todo con intensidad. Aunque pueda sonar a tópico, ellos nos enseñan más a nosotros que nosotros a ellos. Así como nosotros les enseñábamos juegos, ellos nos daban lecciones de vida.
A las tardes, tuvimos momentos de relax y de ir conociéndonos, y momentos más profundos en los que fuimos descubriendo mejor la realidad que nos rodeaba, una realidad difícil, marcada por el sufrimiento y los sacrificios que han realizado y siguen realizando los hombres y mujeres que viven en Roquetas. La inmigración no será nunca más un problema sin rostro, y el “mar de plástico” no será una serie de Antena 3, el “mar de plástico” es y será el mar de sueños donde se desloman personas por un salario mísero y en condiciones laborales que hielan la piel y hierven la sangre.
Otra cosa que me llevo, es haber visto las dos caras de la moneda. Porque las 200 es un barrio pobre y con muchos problemas, pero también un barrio con mucha vida y alegría, un barrio con sentimiento de pueblo, donde la gente se sabe hermanos de los otros. Tristemente la gente suele quedarse con la parte negativa. Los que hemos estado en el campo sabemos que hay desafíos sociales muy grandes que se tienen que afrontar, pero que hay gente voluntaria que entrega su tiempo y esfuerzo a los demás para que el barrio salga adelante.
Una semana parece poco tiempo, y ciertamente lo es, y más después de un campamento como el que hemos tenido la suerte de haber vivido. Las 200 han hecho pozo en nuestros corazones y los han llenado de ilusiones y sueños, y asimismo, nos desafían mirándonos a los ojos a trabajar por el cambio, el cambio basado en la educación.
Jesús Ramírez
(Pamplona)
Campo Solidario – Roquetas de Mar – julio 2016