Autor: Vincent Somboro
Me llamo Vincent Somboro, pertenezco al Instituto de los Misioneros de África (Padres Blancos). Soy oriundo de Malí, y actualmente me encuentro haciendo estudios de islamología y diálogo islamo-cristiano en el Pontificio Instituto di Studi Arabi e d’Islamistica (PISAI), en Roma. Hago estos estudios porque me interesan y agradan, razón por la cual mis superiores han querido que aprendiese más sobre ese vasto campo de apostolado.
Nacido en una familia cristiana católica, aunque mi madre es musulmana, desde mi niñez he vivido en un ambiente cristiano católico, pero rodeado de musulmanes, dado que estos constituyen el 93% de la población maliense. No sé si Dios me preparaba para esta misión en el campo del Diálogo interreligioso, pero me considero agraciado. En efecto, todo oponía a mis padres: mi padre era Dogón y venía del centro del país, hijo de catequista, enseñaba en la Escuela católica. Se casó con una musulmana, una Songhai, ama de casa, más tarde también enseñante. Lo que más les oponía era evidentemente la religión. Cuando, en el Cairo, yo decía a mis profesores egipcios, tanto cristianos como musulmanes, que mi madre es musulmana, no podían creerlo. Y tenían razón. En efecto, a priori un cristiano no puede casarse con una musulmana y, sobre todo, una musulmana no debe casarse nunca con un “infiel”, excepto si éste se convierte al islam. Curiosamente, aunque algunos musulmanes lo considerasen como infiel por no ser musulmán, mi padre se llamaba Fidel y permaneció fiel a su religión. Lo que más me ha marcado es que nunca forzó a mi madre a cambiar de religión y hacerse cristiana. Mi madre ha sido siempre musulmana y practicante. No sé lo que Dios le reserva, pero ella ha dado a luz a siete hijos, todos cristianos, de entre los cuales dos han sido ordenados sacerdotes, uno de ellos el que os escribe.
Si la Virgen María ocupa un lugar importante en la fe cristiana, es ciertamente porque ha dado a luz al Hijo de Dios y Salvador del mundo, Jesucristo. Así, alabando la actitud de mi madre, que a pesar de su religión, ha aceptado dejar su familia y su mundo para casarse con un cristiano y, además, aceptar, aunque no sin dificultad, que dos de sus hijos se hagan sacerdotes en Malí, creo que estoy llamado más que nunca a ser un ejemplo vivo y un mensajero de las relaciones entre musulmanes y cristianos. En realidad de lo que podemos decir de la religión musulmana o de la religión cristiana, hay elementos que nos unen y permanecen inseparables, ya que en mí no hay una parte musulmana ni una parte cristiana, soy un cristiano nacido de una musulmana. Es una musulmana la que me ha llevado en su seno durante nueve meses y me ha dado a luz, me ha educado y me ha conducido en el camino del sacerdocio. Recuerdo una página de Facebook en la que escribí después de mi ordenación sacerdotal: “Una madre musulmana da dos hijos a Cristo”. Era un excelente testimonio para muchos, ya que el terrorismo islamista y la intolerancia religiosa comenzaba a extenderse en Malí, Burkina Faso y en el mundo. Esto es verdad, porque en los comentarios del artículo en Facebook, he visto a muchos musulmanes insultar a mi madre por haber dado sus hijos a Cristo. Otros la llamaban “pagana” por haberse casado con un infiel y por no haber podido convertir ni a su marido ni a sus hijos: “arderá en el infierno con nosotros”, y otras muchas y terribles cosas sobre ella. Junto a esos comentarios, había otros exagerados también. Los cristianos creían que Jesucristo había ganado contra Mahoma o que eso mostraba que el cristianismo era la verdadera religión o cosas parecidas. En oposición a esas dos posturas, había también quienes alababan a Dios e invitaban a vivir en el amor entre creyentes de religiones distintas. Y eso es lo que yo pretendo ofrecer como mensaje de mi vida sacerdotal. Como decía el P. Mamadou Adrien SAWADOGO, de los Misioneros de África, a propósito de la conversión de mi madre, “No se trata de una derrota de los musulmanes ni de una victoria del cristianismo y los cristianos, es la victoria de Dios”. Lo que cuenta finalmente es que se realice la voluntad de Dios en nuestras vidas, poco importan los caminos que recorremos. Con todo lo que vemos en nuestro mundo actual, creo que es verdaderamente necesario e indispensable enseñar a los niños a vivir en la tolerancia, aceptando la diversidad de religiones, razas, tallas y opiniones… Soy sacerdote y estoy convencido de mi vocación, pero dejo a Dios que él escoja lo que quiera y la religión que Él quiera. He aprendido mucho de mi madre, musulmana, de mis amigos musulmanes, y, actualmente estoy aprendiendo mucho sobre el islam en el PISAI. Doy gracias a Dios por mi familia, compuesta de musulmanes y cristianos, por mi país y sus habitantes tolerantes, en contra de lo que nos quieren hacer creer: y por mi Congregación de Misioneros de África, fundada en Argelia en un ambiente musulmán que me permite realizar la misión por la que he dejado los míos para servir a mis hermanos y hermanas africanos, cristianos y musulmanes. ¡Nuestra Señora de África, ruega por nosotros y por los musulmanes!
Fuente: JUNIO 2023 – Nº217. Boletín de los Misioneros de África (Padres Blancos) y Hnas. Misioneras de Ntra. Sra. de África (Hermanas Blancas)