Esta decisión, que precedió en unos días el Jubileo de los responsables de los asuntos públicos, es la culminación de una petición presentada al papa por cientos de hombres políticos de todo el mundo, católicos y no católicos, guiados por el antiguo presidente de la República italiana, Francesco Cossiga. Los hombres de gobierno tienen como santo patrono a uno de ellos.
Nacido en Londres el 7 de febrero de 1478, jurista brillante, miembro del Parlamento de Inglaterra desde los 27 años, Tomás Moro fue nombrado canciller del reino, es decir, primer ministro, en 1529. Sucedió al cardenal Wolsey, convirtiéndose en el primer laico en acceder a este cargo. Sin embargo, tres años más tarde, en 1532, dimite y renuncia a todos sus honores porque desaprueba la decisión de Enrique VIII de romper con el papa para divorciarse de Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena.
Reconocido durante su vida como una figura eminente del Humanismo
El rey fue aún más lejos: sometió a la Iglesia de Inglaterra a su autoridad, proclamándose cabeza de la Iglesia de Inglaterra, lo que provocó el cisma anglicano. Tomás Moro fue acusado de alta traición cuando se negó a prestar juramento a este acto de supremacía. Permaneció en la prisión, en la Torre de Londres, quince meses, antes de ser decapitado el 6 de julio de 1535.
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