Con más de un millón de euros recaudados, Adú, la cinta de director Salvador Calvo (Los últimos de Filipinas), está siendo todo un éxito. Este drama sobre la inmigración está cautivando a los espectadores, y ese era precisamente el objetivo que quería lograr el director. Una historia inspirada en hechos reales sobre la vida de dos niños a los que les une lo mismo: intentar huir de su país.
Ambos jóvenes, interpretados por Adam Nourou y Moustapha Oumarou tienen que superar muchos obtáculos en busca de una vida mejor. Además de esta historia, se incorporan y entrelazan otras dos. La de un padre y una hija (Luis Tosar y Anna Castillo) que intentan recuperar su relación reuniéndose en África, donde el padre trabaja en una ONG orientada a la protección de elefantes y quiere aprovechar la oportunidad para alejar a la chica de las malas compañías que tiene en Madrid.
Me parecía que funcionaba muy bien el contraste de estos africanos que quieren llegar a Europa con la historia de unos europeos que necesitan de África.
Así comentaba Calvo que la idea que él tenía era no demonizar a África porque «tiene muchas virtudes y nos puede ofrecer muchas cosas». En este caso, a ese padre y esa hija les da un marco para entenderse. A esa historia se le une una tercera, la de unos Guardias Civiles «que velan por que esos mundos se queden separados». Interpretados por Álvaro Cervantes, Jesús Carroza y Miquel Fernández son los encargados de la valla que separa Melilla de Marruecos, el puente a la libertad al que todos quieren llegar.
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