2 febrero 2021 20:18 CET
Recordemos a Blancanieves, esa joven que en 1937 se adentraba en un bosque nocturno para huir de su madrastra, del odio y, en definitiva, de la muerte. En aquel bosque todo le amenazaba y el pavor le provocó el desmayo. La inocente niña fue incapaz de acomodarse a ese bosque oscuro, tenebroso y macabro, pues era la primera vez que se enfrentaba a esa sombra. El miedo a la oscuridad la paralizó y tuvo que ser rescatada.
He ahí el modelo de representación institucional, los rasgos técnicos, estilísticos, ideológicos y narrativos del cine clásico que aboga por el rechazo hacia lo desconocido: la sombra. Esta figura arquetípica, según el psicólogo Carl Jung, representa el inconsciente de la psique humana. Es aquello que no reconocemos como propio y que, por tanto, nos acecha. Es el lado oscuro de nuestra mente, lo que tememos, lo que no aceptamos de nosotros mismos. Y si es sombrío, oscuro y dañino es porque el cine así nos lo ha enseñado.
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La revolución de ‘Soul’
Disney ha representado el arquetipo de diversas maneras, pero desconocemos qué hay en la sombra de cada personaje. Si buscamos una respuesta, solo la vamos a encontrar en Soul, película que Disney-Pixar ha estrenado en 2020. Se enmarca en el más allá, un espacio imaginario del que no tenemos evidencia empírica, aunque el cine, como fábrica de sueños, puede crearlo.
De por sí, el más allá sería un elemento tabú del cine clásico, pues representa la muerte. Pero el cine ha evolucionado y el modelo de representación posmoderno afronta retos creativos y rompe barreras psicológicas. Predica, así, con el ejemplo, y nos invita a navegar en la sombra en compañía de Joe y 22.