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Píldoras venenosas

Han pasado casi 23 años, y poco parece que haya cambiado. El 10 de agosto de 2010, la agencia católica Fides alertaba: “ÁFRICA – Más de 700.000 personas víctimas de medicamentos falsificados cada año, en gran parte africanos “. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba entonces que estaban falsificados hasta el 30 por ciento de los medicamentos a la venta en muchos países africanos. Y eran de calidad inferior casi la mitad de los medicamentos vendidos en Angola, Burundi y el Congo. En noviembre de ese mismo año tuvo lugar en Bolgatanga, en el norte de Ghana, la 8ª Conferencia Nacional Anual de los Servicios Católicos de Salud (NCHS). En ella, los líderes religiosos se comprometieron a luchar para que disminuyeran las tasas de mortalidad infantil. De cada 1000 niños ghaneses menores de cinco años, morían entonces 110, el 11% (En 2020 eran 45, el 4,5%). El factor más importante de esa mortalidad era la malaria. Y entre los medicamentos falsificados, los más vendidos en África y el sudeste asiático, donde la malaria es generalizada, eran precisamente los utilizados contra esa enfermedad.

El fenómeno era de tal amplitud que el 2 de septiembre The Economist le dedicó un artículo: “Medicamentos falsificados: píldoras venenosas”. En casi todo el mundo, explicaba el artículo, los traficantes de heroína o cocaína se exponen a penas severas. Pero no así, al menos por el momento, si se trata del contrabando de medicamentos falsificados, un delito que algunos gobiernos consideran “trivial” con respecto a otros problemas más serios. The Economist mencionaba sin embargo cómo la Iglesia Católica se había posicionado en contra de la falsificación de medicamentos.

Al parecer, hace 23 años, las cosas estaban cambiando. Las empresas farmacéuticas se quejaban. Tal vez porque el negocio de las falsificaciones estaba aflorando también en los países desarrollados. En las cadenas legítimas de distribución de 44 países, Pfizer, por ejemplo, había detectado versiones falsas de veinte de sus productos. Un estudio financiado por la misma Pfizer concluía que casi una quinta parte de los europeos encuestados en 14 países habían obtenido medicamentos a través de canales ilícitos. Eso, según la firma, creaba en la UE un mercado opaco de más de €10 mil millones. Terry Hisey, de Deloitte, una consultora, estimaba que el mercado global de falsificaciones podía valer entre 75.000 y 200.000 millones de dólares al año. Difícil de cuantificar el cuanto puede mover en Africa el mercado de las medicinas falsificadas. En 2010, la ONU estimaba que aproximadamente la mitad de los medicamentos contra la malaria vendidos en África, con un valor de unos 438 millones de dólares al año, eran falsificaciones.

Artículo completo de J.R. Echeverría Mancho:  Píldoras venenosas


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