En tiempos en los que la libertad individual está en tela de juicio, el debate determinismo-libre albedrío vuelve a aparecer con la dificultad de siempre: llegar a un punto medio.
Es importante aclarar que este artículo está pensado y escrito por una persona que se considera liberal clásico. Esta doctrina filosófica que empodera al individuo sobre los grupos colectivos está en fuerte discusión debido a las consecuencias de la pandemia de la COVID-19, que nos ha obligado a ceder nuestras libertades económicas, políticas y sociales para que el mayor colectivo reconocido a nivel mundial, el Estado, tome decisiones sobre nuestra vida.
Sin embargo esto no va de eso. Quisiera proponer un alto el fuego entre las corrientes de pensamiento deterministas y del libre albedrío para que pensemos en cómo llegar a un puerto en conjunto. Sin lugar a dudas creo que las posibilidades son muy altas.
Si tenemos que resumir estas dos corrientes, podríamos afirmar que el libre albedrío defiende la libertad de elección que tiene el individuo para decidir sobre su vida y su futuro. Por otro lado, el determinismo propone que toda acción humana está determinada de antemano; en otras palabras, seríamos un libro escrito al que interpretamos a la perfección. A mi juicio, ambas tesis aplicadas en su esencia más pura están equivocadas, y proseguiré a dar mis argumentos al respecto con la ayuda de Strawson, Heidegger, Sartre y Heráclito.