Talile acaba de dar a luz en el hospital rural de Gambo, al sur de Etiopía. Una nueva vida llora llenando de aire sus pulmones. Sin embargo, la recién estrenada madre no puede escucharlo, se encuentra con la conciencia perdida en algún lugar entre este mundo y el más allá. Después del alumbramiento, el útero debe contraerse, pero en el caso de Talile, un fragmento de placenta ha quedado retenido y el órgano que albergaba el feto ha quedado sin fuerza para contraerse.
Las sábanas de aspecto blanquecino se tiñen de rojo. El útero de Talile sangra sin parar, generando una hemorragia posparto por atonía uterina que amenaza su vida. Las hemorragias durante y después del alumbramiento son las principales causantes del fallecimiento de las madres.
Inyectamos medicación para contraer el útero de Talile y parar el sangrado, pero el resultado no es satisfactorio, no lo conseguimos. Y realizamos la técnica de la compresión manual, que asusta nada más verla: consiste en introducir el brazo por la vagina hasta llegar al cuello uterino y comprimir el útero con el puño, mientras con la otra mano presionamos desde fuera por encima de la barriga.
En tiempos de guerra, la sangre es reservada para los militares, provocando una escasez de reservas en los hospitales de todo el país