Autor: Amparo Cuesta
Los ecosistemas desempeñan un papel importante en el suministro de alimentos y piensos, energía, medicinas y recursos genéticos y una variedad de materiales fundamentales para el bienestar físico de los seres humanos y el mantenimiento de las culturas. Es la Naturaleza la que sustenta y contribuye a los aspectos no materiales de la vida como son la inspiración y aprendizaje, experiencias físicas y psicológicas e identidades de apoyo que son fundamentales para la calidad de vida y la integridad de cualquier cultura humana.
Los beneficios que los ecosistemas nos brindan a las personas y hacen posible la vida humana, son muchos y variados y que valen la pena que recordemos con detalle: Nos aprovisionan de alimentos, agua, materias primas, por ejemplo, la madera y la fibra y también nos proporcionan los recursos medicinales a través de los árboles y plantas. Los ecosistemas nos regulan el mantenimiento de la calidad del aire, agua y suelo, el secuestro del almacenamiento del carbono, la moderación de los fenómenos climáticos extremos, la polinización, y no menos importante el control de las plagas y enfermedades. Con su apoyo forman los suelos, la fotosíntesis y el ciclo de nutrientes.
Los ecosistemas sanos, estables y biodiversos son la base del bienestar de los seres humanos y de todas las demás especies. A pesar de esto, los ecosistemas terrestres, de agua dulce y marinos se han deteriorado a un ritmo alarmante debido a la actividad humana, poniendo en peligro el futuro de nuestra especie y de muchas otras especies. No solo el cambio climático, las migraciones, los tsunamis los incendios y demás desastres que nos asolan todos los años son la razón de la pérdida de los ecosistemas. La mano humana tiene mucho que ver con la perdida de los ecosistemas haciendo un uso incorrecto de sus mares y océanos, de sus bosques, de sus tierras alterando la biodiversidad y los ciclos naturales de las especies.
Uno de los factores que tiene el mayor impacto negativo sobre la naturaleza desde 1970 es la expansión agrícola: más de un tercio de la superficie terrestre se utiliza para la agricultura o la ganadería. Aunque el ritmo de la expansión agrícola ha variado de un país a otro, las pérdidas de ecosistemas intactos se han producido principalmente en los trópicos, hogar de los niveles más altos de biodiversidad del planeta. Entre 1980 y 2000 se perdieron 100 millones de hectáreas de bosque tropical, debido en gran parte a la ganadería en América Latina y a las plantaciones (80% de palma aceitera) en el sudeste asiático (7,5 millones de hectáreas, 80% de palma aceitera), entre otros.
El hombre trata de paliar esos efectos
La gente ha creado sustitutos para algunos servicios de los ecosistemas, pero son imperfectos o financieramente prohibitivos. Por ejemplo: se puede obtener agua potable de alta calidad a través de ecosistemas que filtren contaminantes o mediante costosas instalaciones de tratamiento de agua diseñadas por humanos. De manera similar, las inundaciones costeras causadas por marejadas ciclónicas pueden reducirse mediante manglares costeros o mediante diques y más diques. En términos generales, los reemplazos creados por el hombre a menudo no brindan toda la gama de beneficios que brinda la naturaleza.
En una crónica como esta hay poco espacio para describir con detalle el problema de la pérdida de los ecosistemas en el mundo, pero si podemos apuntar alguna iniciativa muy importante para restaurar y recuperar algunas zonas de la tierra que se daban por pérdidas. Se realiza en el continente africano.
Se trata de la Iniciativa del Gran Muro Verde que se lanzó en 2007 para combatir la desertificación y la degradación ambiental en la vasta región africana del Sahel. La perspectiva es crear una “estructura viva” que serpentee 8.000 kilómetros desde Senegal en el oeste hasta Yibuti en el este de África.
Este ambicioso proyecto se está implementando en 22 países africanos y revitalizará miles de comunidades en todo el continente. Reúne a países africanos y socios internacionales bajo el liderazgo de la Comisión de la Unión Africana y la Agencia Panafricana del Gran Verde. Se han recaudado y prometido más de 8.000 millones de dólares para apoyar esta iniciativa revolucionaria. Su objetico concreto es:
Este muro verde no es una valla de separación de los seres humanos como los que estamos creando en nuestros países para evitar la entrada de emigrantes; es un sueño africano y también del mundo entero. En él se encierran muchas esperanzas y sobre todo la posibilidad de un trabajo comunitario y solidario. Aplaudamos todo lo que puede salvar nuestro planeta y con ello a nuestras generaciones venideras.
Fuente: JUNIO 2024 – Nº222. Boletín de los Misioneros de África (Padres Blancos) y Hnas. Misioneras de Ntra. Sra. de África (Hermanas Blancas)