«La gente sencilla es la verdadera víctima, que paga en su propia piel la locura de la guerra»
Expectación en la plaza de San Pedro más llena que nunca de gente (muchas con banderas ucranianas) que espera las palabras de consuelo y esperanza del Papa Francisco, mientras en Ucrania suenan las bombas y los misiles. Y el Papa no defraudó y, una vez más, volvió a condenar la guerra, con un grito salido del fondo de su corazón de pastor, arropado por los de todos los creyentes y no creyentes del mundo: «Que callen las armas».
Francisco quiso dejar bien claro que Putin, al iniciar la guerra abierta, no estaba pensando en la gente normal y sencilla, sino en sus propios intereses y dejándose llevar por una lógica diabólica: «Quien hace la guerra, olvida la humanidad, no le preocupa la vida de las personas sino que antepone sus intereses y su ansia de poder. Se deja llevar por la lógica diabólica de las armas y se aleja de la gente común, que quiere la paz. La gente común es siempre la verdadera víctima de todos los conflictos, pues paga con su piel la locura de la guerra».