AUTOR: Ibrahim Assane Mayaki
PORTADA© Xinhua/Luo Yu
FECHA
Urge replantearse el desarrollo en África y cuestionar la eficacia de los enfoques tradicionales. Las soluciones globales por sí solas ya no bastan para alcanzar los objetivos de desarrollo. Esto plantea la cuestión de si debemos seguir adhiriéndonos a las definiciones tradicionales de desarrollo.
Hace unos años, pedí al Frederick S. Pardee Center for International Futures que realizara un estudio de los escenarios de desarrollo para África a la luz de las realidades actuales1. Identificamos cinco transiciones críticas principales.
La primera transición está vinculada al crecimiento demográfico. África cuenta actualmente con el 50% de la población mundial menor de 18 años, con tasas de crecimiento de entre el 2,8% y el 3,2%. Se prevé que la población del continente se duplique de aquí a 2050. Estas previsiones plantean grandes retos, sobre todo para países como Malí, donde la elevada tasa de crecimiento demográfico está poniendo a prueba el mercado laboral. Se calcula que entre 250.000 y 300.000 jóvenes cualificados se incorporan cada año al mercado laboral maliense, las oportunidades de empleo en la industria son limitadas y la población sigue siendo predominantemente rural, lo que agrava la crisis del empleo. Para remediarla, es necesario transformar las prácticas agrícolas y diversificar la economía rural, que deben convertirse en prioridades políticas. La aceleración de esta transición demográfica está dificultando la capacidad de los sistemas de gobernanza para responder eficazmente a los retos actuales.
La segunda transición se refiere al desarrollo humano y las desigualdades. África sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo, con un aumento constante del número de personas sin recursos a pesar de una reducción relativa de los índices de pobreza. Aunque se han realizado progresos en ámbitos como la sanidad y la educación, una parte importante de la población africana sigue enfrentándose a la pobreza. La yuxtaposición de los retos demográficos y la reducción de las desigualdades crea una ecuación compleja que requiere el desarrollo de políticas adecuadas.
La tercera transición es el giro tecnológico. A pesar de su fragilidad, un país como Somalia puede presumir de tener la mayor densidad de teléfonos móviles del continente, superando a países como Egipto, Sudáfrica y Kenia. Este ejemplo demuestra el profundo impacto que puede tener la tecnología. Los jóvenes de hoy, sobre todo en países como Sudáfrica, están conectados y son conscientes de lo que ocurre en los países vecinos. Este nuevo tipo de conectividad social da una nueva dimensión a la cuestión de la gobernanza –una dimensión a la que los gobiernos no se enfrentaban hace veinte años–.
Para seguir leyendo: https://legrandcontinent.eu/es/2023/08/22/desarrollar-africa-una-nueva-gobernanza-continental/