Aunque sólo fuese por el beneficio que al diálogo interreligioso reporta, convendría echarle más valor, y entendimiento, entre cristianos.
Sólo con libertad termina cayendo en el fértil campo de la investigación teológica el fruto maduro de la plenitud. Sólo llevados de valor en el análisis los investigadores consiguen vencer el grueso muro del enigma. Sólo con el áncora del respeto al misterio y de la humildad ante la eventual corrección desde arriba, en fin, lleva el teólogo su nave de la verdad a buen puerto.
Investigar a fondo y exponer con parresía conlleva proceder sin miedo a censuras ni a posibles enfrentamientos, ya al tradicionalismo romano, ya al vanguardismo de moda. «La agresividad contra ese anti-espíritu del endiosamiento de la tradición, del patriarcalismo, del confesionalismo y del centralismo papal no brota de una indiferencia por lo católico, sino del amor por la causa de la Iglesia, a la cual desearíamos ver atenta a sus orígenes y al presente, fraternal, abierta a la ecumene, verdadera y universalmente católica, donde la catolicidad fuera precisamente la fuerza para afirmar también lo extraño, según el paulino «Probadlo todo y quedaos con los bueno» [1 Tes 5, 21] (Kuschel, Madrid 1998, 46s).
Eberhard Jüngel, teólogo evangélico de Tubinga, decía en 1980: «también pertenece a la libertad de la teología aquella pasión por la verdad que se atreve a diferenciar la doctrina correcta del error […] En todo caso, el «no» en nombre de la verdad ha de ir acompañado como criterio definitorio por el «sí» del amor» (Kuschel, Madrid 1998, p. 34, not. 24). Teólogos con abundantes escritos sobre la reconciliación de las Iglesias cristianas divididas, Hans Küng por ejemplo, consideran un escándalo de la historia del cristianismo mantener la excomunión entre la Reforma y Roma. Aunque sólo fuese por el beneficio que al diálogo interreligioso reporta, convendría echarle más valor, y ganas de entendimiento entre cristianos. ¿Se dio esa valentía en 2017, año de Lutero?
Suele entenderse por diálogo ecuménico el de las entidades propias del ecumenismo. Y por diálogo interreligioso el de las religiones. Qué alcance tengan entidades y religiones es lo que ahora mismo desbordaría el espacio de estas reflexiones. Son conceptos pletóricos de sentido. En entidades, por ejemplo, habría que empezar por distinguir entre Iglesias y organismos cristianos que, sin embargo, no son Iglesias [aunque de ellas dimanen o a ellas propendan].