Voy a emplear la fantasía. Borra, claro está, las referencias personales. Supón que estás muy cerca de un hombre al que tú quieres. Quizá no le has mostrado nunca tu cariño y te mantienes en serena distancia que él respeta dignamente. Un día en que el ambiente parece más propicio, él te sorprende diciendo con toda seriedad esta palabra: te deseo.
Nada más. Sin añadir ni un comentario. Tú quizá esperabas otra cosa: un te quiero más solemne, una caricia, una expresión de amor. Pero él ha sido más escueto, más hiriente, quizá más primigenio. Descubres, de pronto, que formáis pareja, sois un hombre y una mujer. Aunque quizá lo estabas esperando sin decírtelo a ti misma, esa palabra ha cambiado todos tus factores.
Te sientes turbada. Algo se mueve, estalla en tu interior, un mar inmenso que amenaza con barrerte y arrastrarte. Te sorprendes mirando y adviertes que la confesión de deseo continúa allí, en el rostro y en los ojos de aquel hombre que te sigue preguntando. Vuelves hacia adentro y sientes que esa voz te está llenando. Es como un árbol que ha plantado sus raíces en tu tierra. Casi sin darte cuenta, adviertes que en medio de los dos ha estallado, a modo de impulso y de milagro, la fuerza turbadora del deseo que os envuelve y os arrastra, como un dios que alienta y va cambiando vuestra vida desde dentro.
Para seguir leyendo: https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Reflexion-tiempo-Carnaval-Amor-deseo-amor-pasion_7_2314638522.html