ROQUETAS 1
ROQUETAS: UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE
29 marzo, 2012
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EXPERIENCIA DE TETUÁN

Experiencias de Tetuán 1

 

 

Experiencias de Tetuán 1

 

Miguel Legarra, estudiante de medicina, participó este verano en la experiencia misionera de Tetuán. Él nos cuenta su vivencia.

Mikel atendiendo a una enferma

 

Era mi primera experiencia solidaria fuera de mi lugar de origen, mi primera experiencia en África, y no, no podía ni tan siquiera imaginarme lo que iba a suponer para mí. El día del encuentro en Tetuán sigue presente, fresco como el amanecer, en mi memoria. 21 personas de diferentes puntos del estado español, acudíamos a la llamada. Y ahora me toca expresar con simples palabras, todo lo vivido, lo sentido, lo visto, lo hecho, lo sufrido, lo compartido… es mucho, y yo ando falto de palabras.

Muchos pensamos que el mundo necesita ser cambiado, vemos algunas injusticias cerca. Intuimos muchas lejos, y sentimos que algo hay que hacer. Pero, ¿acaso nosotros no podemos ser sujeto activo? ¿No podemos cambiar el mundo? En cierta medida, y sin ninguna pretensión de heroicidad, es cierto. Tenemos mucho que aportar, cada uno de nosotros, al bien común. Eso me hizo comenzar a buscar alguna experiencia para el verano que sirviera para responder a la llamada al servicio y a la construcción del Reino de Dios. Así llegue a África, a Marruecos, a Tetuán. Pero yo andaba muy equivocado, ¿acaso nuestro corazón no da y recibe sangre?

 


Grupo de trabajo

 

Recibir, eso es lo que ha hecho mi corazón en esta experiencia. En mi caso concreto, en la asociación Nour, que trabaja con paralíticos cerebrales y con sus familias y como no, con el resto de compañeras del campo de trabajo. Las mañanas en Tetuán, las pasé junto a Chafika (presidenta de la asociación), mis compañeros y sobre todo las personas que venían en busca de ayuda. Yo intentaba aportarles los consejos más elementales de cuidado, masaje, rehabilitación, médicos…a cambio, sonrisas, agradecimiento, situaciones personales mejoradas, conversación, conocimiento, encuentro. Y es que no hay que olvidarlo, Marruecos es un país musulmán, que te abre los brazos y te muestra su acervo cultural, y donde descubres otro mundo, otra cultura, otro idioma, otras costumbres pero la misma gente y al mismo Dios.

Por las tardes pudimos disfrutar de diferentes testimonios que nos abrieron los corazones a África, a Marruecos, a Dios, al Islam, a la humanidad. Grandes ideas compartidas, grandes reflexiones inducidas y quizá, y ese ha sido mi caso, algunas decisiones importantes tomadas. Decisiones de cara al futuro, sobre el estilo de vida que quiero vivir, la gente por la que quiero trabajar, las ideas que quiero transmitir, las acciones en las cuales merece la pena poner todo mi esfuerzo.

Como dice la canción de Mikel Laboa: “ Batek gose diraueino, ez gara gu asetuko. Bat inon loturik deino ez gara libre izango ”. Es decir, “ Mientras haya un hambriento, no nos saciaremos. Mientras haya alguien falto de libertad, no seremos libres ”.

Miguel Legarra, Tolosa

 

21 fueguitos en un mar llamado Tetuán Creando puentes de solidaridad. MARIAN, periodista de Pamplona, ha sido una de las participantes en la experiencia misionera de Tetuán. Nos describe lo vivido

 

Marian con un grupo de jóvenes marroquís

 

Solo 14 kilómetros. Esta es la distancia que separa Europa y África por el Estrecho de Gibraltar. Un recorrido breve para introducirse en otro continente, en otro país: con una cultura, una religión, un idioma, unas costumbres y gente diferente. De este modo, un grupo de voluntarios rompimos barreras y nos sumergimos en una apasionante aventura. En concreto, los 21 protagonistas, llegados de distintos puntos del país, participamos en el campamento solidario en Tetuán (Marruecos) entre el 10 y el 24 de agosto de 2013. Un evento organizado por los Misioner@s de África de la mano de Maite Oyartzun y de Manu Osa.

Para abrir boca, el primer fin de semana asentamos las bases para preparar los días venideros. Cada uno de los asistentes nos presentamos y realizamos una visita por la medina secundados por el guía Ricardo. El paseo concluyó con el primer aromático té en tierras africanas. Al día siguiente visitamos Tánger y conocimos la casa de acogida materno-infantil de las Misioneras de la Caridad (Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta).

 

 


 

Grupo de trabajo2

 

Por la tarde, Assilah extendió sus brazos para darnos la bienvenida. Disfrutamos de momentos mágicos entre sus callejuelas y los rincones nos sorprendieron en cada paso que dábamos. Algunos valientes se sumergieron en las frías aguas del Atlántico, mientras que el resto se dejó seducir por los habitantes y el ambiente característico del enclave.

Sin embargo, el fin primordial de nuestra estancia era ayudar. De esta manera, nuestra acción solidaria dio el pistoletazo después de sortear el fin de semana. Nos codeamos con el medio musulmán, nos dividimos en equipos y trabajamos en cuatro ámbitos en colaboración con organismos marroquíes. En primer lugar, en las colonias de un orfanato llamado LEN (La Esperanza de los Niños) cuyo eje primordial son niños en situación de dificultad.

La segunda opción era la Asociación Nour (luz en árabe), una pequeña entidad sin ánimo de lucro dedicada a la atención integral de familias y personas afectadas de parálisis cerebral, especialmente en situaciones económicas desfavorecidas.


Otra posibilidad fue el Centro ANJAL. Se trata de una sede de acogida y apoyo para niños de la calle.

 


 

Por último y, como novedad, este año se extendieron las actividades con una nueva rama en la Asociación Manos Solidarias donde impartimos clases de español y formación con los niños y jóvenes del barrio tetuaní de Diza-Martil. Ante tal tesitura, las mañanas y buena parte de las tardes las dedicamos a poner «nuestro granito de arena» en nuestro campo de acción.

Cada día, antes de poner en marcha el engranaje de nuestro cuerpo, el ritual era una oración para empezar con fuerza y fe. Acto que repetíamos todas las noches para recoger lo vivido durante la jornada y dar gracias por los bienes recibidos. Todo ello regado con reflexivos textos acordes con el tema elegido para afrontar el día. Además, la música se convirtió en el hilo conductor de estas citas para dotar de intensidad y magia a los momentos y comenzar el rodaje con calma: «Hay mucho que aprender y poco que perder. Calma, ten calma, ten calma»

Calma Canción de Nano Stern « Aprovecha el momento, no lo malgastes» Sin prisa, pero sin pausa. La cuestión era no detenerse y exprimir cada instante. Así, el viaje nos brindó la oportunidad de sumergirnos en el mundo marroquí. Bien mediante un encuentro intercultural en el Centro Lerchundi de Martil donde la solidaridad y la cultura se dieron las manos. Cada grupo aportó sus mejores dotes creativas y, como apunte anecdótico, cabe destacar que otro combinado de voluntarios y nosotros coincidimos con el mismo baile. ¡Qué casualidad! Sin embargo, no supuso ningún impedimento. La velada concluyó con una variopinta cena en las instalaciones del local. Siguiendo por los mismos derroteros, otras variantes fueron una charla para conocer un poquito más sobre el Islam y los coloquios de las asociaciones ANJAL y Nour.

Por otro lado, una fuente rica para saciar la sed son los testimonios. Tal es así que escuchamos la experiencia de algunos compañeros del grupo y enriquecernos y aprender lecciones importantes con su ejemplo de vida. Además, para profundizar en nosotros mismos, realizamos un viaje a nuestro interior en el «Día de Interiorización», donde tuvimos un tiempo para reflexionar lo vivido hasta el momento. Después de la jornada, por la noche, escuchamos un concierto en vivo de música autóctona en la playa de Martil. Sin más miramientos, el domingo volvimos a desafiar al despertador, cambiamos de tuerca y viajamos a Chefchaouen. Un pueblecito encantador, donde sus edificios azules contrastan con el colorido de las babuchas, los pañuelos o los bolsos expuestos en los comercios anclados en el laberinto de sus entrañas.

En el regreso al centro neurálgico de Tetuán, el chófer del autobús nos acercó a un punto donde contemplamos unas vistas preciosas de la «paloma blanca» (nombre que los poetas dan a la ciudad debido al color blanco reinante en la Medina).

Los días pasaron en un abrir y cerrar de ojos. A priori, dos semanas parecían mucho. Pero la experiencia se esfumó. Después de la siembra intensa, llega el tiempo para la recogida de frutos. Aquello sonaba a despedida. « Todo tiene su momento y todo tiene su tiempo bajo el sol». Seguro que cada uno, simulando ser un pintor, dibuja en su mente infinidad de recuerdos de la expedición. De entre todos ellos, 21 fueguitos en un mar llamado Tetuán. Destellos de mucha luz, de mucha paz… « Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás». Así lo pudimos comprobar. En Tetuán, sobre ese rico mar…



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