27º domingo A — 4 octubre 2020
Isaías 5, 1-7 — Filipenses 4, 6-9 — Mateo 21,33-43
Para las personas moldeadas por las tradiciones del Antiguo Testamento tal como aparecen en la primera lectura, la «viña» que el Señor había plantado era, en época de Jesús, la imagen de Israel en su doble significado: como el pueblo de las doce tribus con un pasado muy agitado; y como el proyecto de un futuro que debía realizarse en el «Reino de Dios». Y los viñadores eran los líderes políticos y religiosos de Israel. Por eso Mateo escribe en los versículos inmediatamente posteriores al texto de este domingo: «Al oír las parábolas de Jesús, los sumos sacerdotes y fariseos comprendieron que hablaba de ellos» (Mt 21,45). Más tarde, Jesús mismo lo dirá explícitamente: «En efecto, vosotros son los hijos de los que asesinaron a los profetas» (Mt 23, 31). Todo esto hace que el texto de este domingo parezca, más que una parábola, una alegoría en la que Jesús resume la historia de Israel pensando ya en la conclusión final: «Se os quitará a vosotros el Reino de los Cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos». Esta semana me he preguntado por qué esta historia era tan importante para el evangelista Mateo.
Texto completo: 27ºOrdinarioA-Echeverría
José Ramón Echeverría Mancho p.b / Pamplona, 2 octubre 2020