Fecha: 29/11/2024
Autor: Miguel Ángel Malavia
El misionero granadino José María Cantal Rivas llegó en 2002 a Argelia. En dos décadas de servicio en un país musulmán en el que es muy complejo predicar el Evangelio, este padre blanco ha tenido diversas tareas, siendo la principal la de ser rector de la Basílica Nuestra Señora de África, en Argel, la capital del país. Ahora, su reto es muy diferente y ha cruzado 800 kilómetros para vivir en Adrar, en pleno desierto, donde compartirá su fe con un puñado de cristianos.
Al partir, tiene en el corazón a muchas personas, aunque en su conversación con Vida Nueva evoca de un modo especial a Amel (nombre ficticio que significa “esperanza” en árabe), “que encarna un fenómeno, desgraciadamente, muy común en el país. Aquí, una mujer sola, no casada, es vista como una desvergonzada y una pecadora. Si no es ‘la esposa de’, ‘la hija de’ o ‘la madre de’, no es nada”.
Ese prejuicio hace que en Argelia “sea difícil que se le alquile o venda una casa a una mujer sola. Si no viene un padre o un marido, el propietario da por hecho que el piso se va a convertir en un picadero o un lupanar y rechaza la propuesta. Lo mismo si lo intentan varias mujeres: piensa que son prostitutas para un burdel”.
En cuanto a Amel, “en la adolescencia fue abandonada por su familia, que prefirió apostar por su hermano. Su familia adoptiva sufrió la violencia terrorista de los años 90. Dejó la escuela a medias, pero lo retomó y, tras una breve formación en contabilidad, sacó unas oposiciones en la escala más baja de la administración. Animada por sus compañeras de trabajo, preparó y consiguió el ingreso en la universidad, donde obtuvo una licenciatura en Derecho Administrativo”.
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FUENTE: https://www.vidanuevadigital.com/2024/11/29/y-amel-vencio-al-machismo-en-argelia-tengo-una-casa/