Comentario: “Recibid el Espíritu Santo”(Jn 20,19-23)
Leemos una experiencia pascual de la primera comunidad. Ocurre “al anochecer de aquel día, el primero de la semana”. A la hora en que Israel salió de Egipto. Se está iniciando el éxodo encabezado por el nuevo Moisés, Jesús, hacia “un cielo nuevo y una tierra nueva…, la morada de Dios entre los hombres…, no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido” (Apoc 21,1-5). “El primero de la semana” es clara alusión a la nueva creación. Dios hace nacer de nuevo al ser humano.
“Los discípulos en una casa”. Alternativa al “templo”. No está regida por la autoridad sacerdotal según criterios institucionales para el servicio de sus élites. La “casa” es una organización expresiva de los valores del Reino: servicio mutuo, dar sin esperar, aprecio de todos por existir, asamblea… Su centro es la “mesa compartida”, la “Cena del Señor”.
“Con las puertas cerradas por miedo a los judíos”, y, quizá, a sus corazones cerrados a la propuesta de Jesús de vivir en el Amor del Padre. Necesitaban el Espíritu de Jesús. Por ello “Jesús se puso en medio” de la comunidad y de sus vidas: centro de unidad vital. Su presencia supera la comprensión humana: no se percibe sensorialmente, y, por ello, el evangelista dice que Jesús les dio pruebas de su identidad: “les enseñó las manos y el costado”, huellas de su entrega. Como “cordero de pie, como degollado” (Ap 5,6).
“Paz a vosotros”: saludo judío (eiréne, shalom). No hay reproches. Su amor “no lleva cuentas del mal” (1Cor 13,5). Los reconcilia, a pesar del abandono, negación, cobardía…
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