“Imagínese caminar cinco kilómetros a la escuela bajo el sol abrasador, sin ninguna sombra a la vista. Imagínese examinarse de los finales en el exterior, con calor seco y sofocante, y que se espere que apruebe. El cambio climático es real”, dice el joven de 19 años, Nkosi Nyathi, en declaraciones a Unicef. Como Nyathi, de Zimbabue, cerca de 538 millones de niños en el mundo sufren los estragos de las temperaturas extremas, cada vez más frecuentes y prolongadas. Así lo advierte el informe Proteger a los niños de los crecientes impactos de las olas de calor,publicado este martes por Unicef. De acuerdo con el documento, esta cifra representa el 23% de la población total de menores de 18 años, pero podría triplicarse hasta los 1.600 millones si la temperatura global asciende 0,2 °C respecto del valor de referencia actual (1,5), y a 1.900 millones con un aumento de un grado (2,4 °C).
Para la especialista en programas de cooperación y desarrollo de este organismo, Rocío Vicente, el planeta es cada vez más peligroso para vivir. La experta comenta que, aunque los niños no son responsables del calentamiento global, ellos son los más afectados y vulnerables a sus efectos a corto y largo plazo. “Tienen menos capacidad de regular su temperatura corporal, en comparación con los adultos. Son más susceptibles a los cambios en el termómetro y a las enfermedades. El tiempo se está agotando”, asegura Vicente.