En su mensaje de año nuevo, António Guterres destacó que la COVID-19 ha puesto patas arriba nuestra cotidianeidad provocando una oleada de aflicción que ha convertido al año 2020 en un escenario lleno de “adversidades, tragedias y lágrimas”.
“La COVID-19 ha desestabilizado nuestras vidas y sumido al mundo en el sufrimiento y el dolor. Muchos seres queridos han perdido la vida – y los estragos de la pandemia continúan, con nuevas olas de enfermedad y muerte. La pobreza, la desigualdad y el hambre están creciendo. Los trabajos desaparecen y las deudas aumentan. Niños y niñas sufren dificultades”, enumeró.
A todas estas dificultades añadió el incremento de violencia en el hogar y la inseguridad.
Pese todas estas adversidades, el Secretario General dio un voto de confianza al optimismo y destacó que para el año que viene “se atisban rayos de esperanza” como lo siguientes:
- Gente que tiende una mano amiga a vecinos y a extraños
- Trabajadores de primera línea que lo dan todo
- Científicos que desarrollan vacunas en un tiempo récord
- Países que asumen nuevos compromisos para prevenir la catástrofe climática
Para conseguir que estas expectativas se materialicen en todo el mundo, Guterres invocó al trabajo colectivo “en un espíritu de unidad y solidaridad”.
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