El misionero javeriano Antxon Serrano acredita una amplia labor en Chad que inició en 199
Hace ahora 25 años que Antxon Serrano Insausti (Ordizia, 1966), tras un paso de dos años por Colombia, pisaba África, en concreto llegaba a Chad, donde completaba su formación religiosa, país en el que en el año 2000, en una decisión poco habitual, se ordenaba sacerdote, misionero, enrolado en la orden de los Javerianos. Continente en el que la malaria le hizo pasarlas canutas por lo que cuatro años después regresaba a España, para de nuevo volver al corazón de África en el 2014, país al que sigue dedicado en cuerpo y alma.
Y tras varios años sin poder venir a casa, este verano ha tenido la ocasión de regresar a Ordizia y visitar a la familia, sin duda una buena oportunidad para escuchar su relato. Antxon explica que está en la misión de Bongor, una ciudad en claro crecimiento de algo más de 40.000 habitantes y un mundo muy distinto al que acompaña a la vida rural. En cualquier caso, un país cuya población es muy joven, con el 54% por debajo de los 18 años: niños y jóvenes que representan todo un desafío. Y muy pobre, ya que el 80% vive por debajo del umbral de la pobreza. Un país en el que, al igual que en la mayor parte de África, pesa más la pertenencia a una etnia o tribu que la conciencia nacional. La comunidad cristiana es jovencísima, con presencia mayoritaria de chicas, y cada eucaristía de los domingos una fiesta, en todos los sentidos. Una ceremonia que no entienden sin cánticos y como mínimo en seis lenguas.