| Francisca Abad Martín
Patrono universal de las misiones católicas, junto con Teresa de Lisieux. Confesor, misionero, sacerdote y religioso de la Compañía de Jesús. Recibe el sobrenombre de “el apóstol de las Indias”.
Francisco de Jasso Azpilicueta nació el 7 de abril de 1506, en el castillo de Javier (Navarra). Era el quinto hijo de Juan de Jasso, Presidente del Real Consejo del rey de Navarra y de María Azpilicueta, que pertenecía también a una noble familia.
Su niñez estuvo marcada por los hechos políticos que llevaron al enfrentamiento de las tropas navarro-francesas con las castellano-aragonesas. Una vez lograda la victoria, las tropas castellano-aragonesas ocuparon una parte del reino de Navarra. El castillo de Javier fue parcialmente arrasado y su padre fue obligado al exilio, falleciendo en 1516. Las luchas durarían hasta 1530, en que Carlos I abandona sus aspiraciones a ocupar el resto del reino de Navarra.
Este es el ambiente en el que se desarrolla la infancia y parte de la juventud de Francisco, pero más que por las armas, origen de desastres familiares, él se siente inclinado por los libros. En sus primeros años había recibido formación en la abadía fundada por su padre. Quiere ser letrado como lo fue su progenitor y a los 19 años marcha a estudiar a la universidad de la Sorbona en París. Allí conoce a un estudiante entrado en años, a quien los colegiales han apodado como “el peregrino”. Es Ignacio de Loyola. Éste apoya a Francisco cuando le ve apurado económicamente y Francisco acepta y agradece su dinero, pero no se somete a su dirección.
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