9 de marzo de 2021 – 12:08 PM | ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN 9 de marzo de 2021 12:47 pm
Teresita Castillo de Diego tenía 10 años, era una niña enferma por un tumor en la cabeza, pero, sobre todo, era misionera de la Iglesia. La pequeña falleció el domingo 7 de marzo en Madrid a consecuencia del tumor con el que llevaba tres años luchando, pero su historia, su testimonio de fe y de amor a la Iglesia y a su misión ha conmovido a España.
La historia se hizo conocida a partir de la visita de don Ángel Camino Lamela, Vicario Episcopal de la Vicaría VIII de la Archidiócesis de Madrid, al Hospital de La Paz el 11 de febrero.
(…)
“Hemos llegado a la UCI debidamente equipados, he saludado a médicos y enfermeras, y acto seguido me han llevado a la cama de Teresita que estaba junto a su madre Teresa. Un vendaje blanco rodeaba toda su cabeza, pero tenía la cara suficientemente descubierta como para percibir un rostro verdaderamente brillante y excepcional”, narra el sacerdote, que explicó que acudía “en nombre del Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid para traerle a Jesús”.
La niña preguntó: “Me traes a Jesús, ¿verdad?”, y a continuación añadió: “¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús”. En ese momento la madre intervino en la conversación e invitó a su hija: “Dile a Ángel lo que tú quieres ser”.
Teresita respondió: “Yo quiero ser misionera”. El P. Ángel quedó impactado por la respuesta, “totalmente inesperada para mí”.
“Cogiendo fuerzas de dónde no tenía, por la emoción que me produjo la respuesta, le digo: ‘Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz misionera’”.
(…)
“En cuanto me ve la mamá”, continúa el testimonio del vicario, “dice en voz alta: ‘Teresita, ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con el regalo para ti’”.
La niña tomó en sus manos el documento y la cruz, y le pidió a su madre que la colgara junto a la cama: “Esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana me la llevo al quirófano. Ya soy misionera”.
Aquel regalo le llegó a Teresita en un momento especialmente duro. Como narra su madre Teresa a Infomadrid, la agencia de noticias de la Archidiócesis de Madrid, en aquel momento “ya llevaba dos válvulas que habían fallado y cada vez que le fallaba una válvula y se le obstruía era mucho dolor”.