Tanzania era un país de susurros. Ni siquiera los médicos tenían libertad para hablar sobre la covid–19. Debían ocultar sus diagnósticos o compartirlos con sus pacientes en privado, pero nadie podía contradecir el discurso de las autoridades, que insistían en que los tanzanos habían derrotado el coronavirus con oraciones. Para muchos ciudadanos, sobre todo los que observaban en los medios de comunicación internacionales cómo la pandemia mundial avanzaba por otras naciones, al miedo a enfermar se sumó el de terminar en la cárcel.
“Los periodistas observamos cómo las tasas de mortalidad aumentaron bastante, sobre todo entre las personas con un nivel adquisitivo más alto”, recuerda Sandra Kitinga (nombre ficticio para proteger su identidad). “Por eso, muchos de nosotros sentíamos la responsabilidad de hablar sobre esas muertes, probablemente relacionadas con el coronavirus, aunque temíamos la reacción de las autoridades. Era normal recibir llamadas del Ministerio de Información, que nos preguntaba por los detalles de nuestras historias. Si mencionábamos al virus en nuestros artículos, nos acusaban de asustar a la población”.
Para seguir leyendo: https://elpais.com/planeta-futuro/2022-01-18/tanzania-y-su-particular-pandemia-de-teorias-conspiratorias.html?sma=newsletter_planeta_futuro20220119&mid=DM98132&bid=892694894