Impresionante oración de Francisco ante las ruinas de Mosul
«Si Dios es el Dios de la vida —y lo es— a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre (…). Si Dios es el Dios de la paz —y lo es— a nosotros no nos es lícito hacer la guerra en su nombre. Si Dios es el Dios del amor —y lo es— a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos«. Directo, rotundo, emocionado, Francisco volvió a reclamar, en nombre del auténtico Dios, la paz y el fin de la violencia. Y lo hizo en uno de los centros del odio y el horror: Mosul, capital del Estado Islámico, capital de la muerte. ¿También capital de la esperanza?
La imagen recordaba, vagamente, a otras que hemos vivido durante este y otros pontificados. El Papa orando, en silencio, en pie, en señal de respeto por los mártires, los perseguidos, los asesinados, los muertos, los olvidados. Lo hizo en Auschwitz, en Hiroshima y Nagasaki, en Lampedusa... también, ahora hace un año, en la espléndida soledad del atardecer lluvioso y pandémico de la plaza de San Pedro.
(…)
«Hoy elevamos nuestras voces en oración a Dios omnipotente por todas las víctimas de la guerra y de los conflictos armados«, clamó Bergoglio, sin poder evitar mirar hacia las ruinas, pero también más allá, a un futuro aún por construir. «Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas —musulmanes, cristianos, yazidíes y otros— desalojadas por la fuerza o asesinadas».
Para seguir leyendo: https://www.religiondigital.org/el_papa_de_la_primavera/Oracion-sufragio-victimas-Mosul-violencia-dios-papa-francisco-irak-estado-islamico_0_2320267966.html