Lo hemos ido leyendo en la prensa sudafricana. “Parecía una Guerra. Dos niños y un hombre heridos en dos tiroteos en Manenberg” (1 junio 2020). “Niño de 11 años grave en Manenberg tras ser tiroteado en una discusión” (7 julio 2020). “Otro tiroteo en Manenberg eleva a 12 las muertes violentas de esta semana” (5 noviembre 2020). “Dada la persistente violencia, se necesitan en Manenberg más patrullas de policía” (23 noviembre 2020). Con más de 21.000 muertes violentas anuales (35’8 por cada 100.000 habitantes), Sudáfrica es uno de los países más violentos. También lo es Manenberg, 52.000 habitantes, un municipio de Ciudad del Cabo que el gobierno del apartheid fundó en 1966 para recolocar obligatoriamente a familias de color (la mayoría) y asiáticas de clase más bien baja. En Manenberg el crimen organizado está en manos de las bandas.
Es el territorio de “Hard Livings”y “Americans”, las más importantes, y de otras más pequeñas como “Clever Kids” y “Jesters”. Reacción previsible, en 1996 un grupo de vigilantes organizó la PAGAD (People against gansterism and drugs) que asesinó ese mismo año, quemándolo en público, a Rashaad Staggie, hermano del fundador de Hard Livings Rahied Staggie, y también a éste en 2019. En 2015 la policía declaró Manenberg “zona de peligro roja”, y durante varios meses las ambulancias tuvieron que entrar escoltadas por la policía. En 2016, el gobierno local creó “Gangwatch”, un sistema de vigilancia para actuar rápidamente en casos de violencia. Cuando en 2019 se cerró por falta de fondos, Gangwatch había contabilizado 6688 tiroteos. En ese contexto, una buenísima noticia es que en 2018 comenzó a actuar un grupo de letrados musulmanes, dispuestos a pacificar la ciudad celebrando semanalmente el culto del dhikr en las plazas y calles de la ciudad. Han pasado tres años y el grupo ha comenzado a recibir el reconocimiento de los medios de comunicación.
(…)
Nacido en 1955, Taj Hargey huyó de Sudáfrica, estudió en Egipto y termino siendo el primer musulmán sudafricano con un doctorado en filosofía de la universidad de Oxford. Pertenece a la corriente “coranista” que sostiene que el Corán es el único texto sagrado en el Islam y rechaza la autoridad religiosa de los hadices y la sunna. Pero Taj Hargey se opone a una aplicación literalista del texto sagrado y sostiene, como otros pensadores contemporáneos, que el Corán pide ser interpretado a partir del contexto histórico y social en el que fue revelado. En Oxford fundó el Centro de Educación Musulmana, para fomentar entre los musulmanes británicos apertura mental, tolerancia y cohesión social. Y en su país natal, abrió en 2014 en El Cabo, en un antiguo garaje, una “mezquita abierta” en la que todos pueden rezar juntos, incluidas mujeres y homosexuales. Las propuestas prácticas más controvertidas de Taj Hargey aparecen claramente enumeradas en la condena por parte del Jamiatul Ulama: comer sólo “halal” no tiene base coránica; el Corán no prohíbe a una musulmana casarse con un no musulmán; la burka es una monstruosidad cultural y está bien prohibirla; los hadices constituyen un obstáculo a la integración de los musulmanes en el mundo moderno.
Texto completo: Musulmanes en la nación del arcoiris