ECLESALIA, 01/01/21.- “Os aseguro que si dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mt.18, 20). Como preparación de la Navidad hace tiempo que me propuse profundizar algún tema que me ayude a mejor visualizar este “Dios hecho carne viviendo en medio de nosotros” (Juan 1,14). Un Dios que desde su primera venida no ha dejado de sorprendernos viniendo allí donde no lo esperábamos: una cueva, un pueblo perdido, un pesebre… lo que no es sorpresa y sabemos bien, es que este año una vez más viene a compartir nuestras historias y sufrimientos: “no tenemos un Jesús incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, sino que de manera parecida a nosotros, ha sido probado en todo, excepto en el pecado y por ello, puede concedernos, la ayuda que necesitamos” (Hb 4, 15-16). ¿De qué va a disfrazarse este año pidiendo acogida?: ¿tomará el disfraz de un desplazado?; ¿el de un parado?; ¿el de un enfermo?; ¿el de un…?, ¡sabe Dios! ¿Sabremos reconocerlo? ¿Y si fuera el disfraz de un Dios ENFERMO que viene a compartir nuestras ‘Unidades de Cuidados Intensivos ‘(UCI)?

A nivel mundial estamos sufriendo un virus del que creíamos que su visita sería de corta duración y hay que rendirse a la evidencia; ya se comienza hablar de una posible tercera ola: ¿Y si escucháramos lo que este bicho, nos quiere decir?

Imagino vuestra reacción: “no por favor, ya estamos hartos de que nos hablen del Covid-19” ¡Lo comprendo!, sin embargo, no puedo dejar de deciros que la respuesta global que le estamos dando desde los niveles político, económico, social y también eclesial no me gusta nada. Cuando veo que la única preocupación desde estos estamentos, no es otra que la de “recuperar la nueva normalidad”, sencillamente me digo: “¡no vamos bien!” La realidad es esta: en medio de la pandemia, al ver cómo la naturaleza retomaba sus espacios, la onda de solidaridad que todo ello despertó, etc… La mayoría de entre nosotros llenos de optimismo, nos decíamos: “nada será como antes” pero una vez deconfinados vemos que para una gran mayoría la única preocupación es el “volver a lo de antes”; el “volver a lo de siempre.”

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