Parece tío-abuelo de Jesús y mero fraternal acompañante protector de María
| Juan Masiá sj
Leemos en el evangelio según Marcos que llegaron su madre y sus hermanos a la casa donde Jesús estaba conversando con la gente congregada a su alrededor. “Desde fuera lo mandaron llamar, y le dijeron: -Oye, tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera. Él les contestó: -¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y paseando la mirada por los que estaban sentados en el corro dijo: -Aquí tenéis a mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios ése es hermano mío y hermana y madre” (Mc 3, 31-35).
No sabemos si aún vivía en esa fecha José o si María era ya viuda joven; pero si sabemos que a este matrimonio con familia numerosa se les felicita en los relatos evangélicos por ser una pareja cumplidora de la voluntad divina, al acoger la Palabra de Vida (simbólica virginal) y al engendrar cooperando con el Aliento de Vida (simbólica pro-creadora y co-creadora).
María, “plenamente agraciada” (Lc 1, 28) anhela que se cumpla en ella la fecundación anunciada (Lc 1, 38). José es un “hombre justo” (Mt 1, 18) que parece tener reparo en compartir con el Espíritu la esponsalidad y paternidad, hasta que el mensajero divino le convence de que es voluntad divina su unión con María. Ambos serán verdaderos esposos y progenitores, porque la virginidad simbólico-espiritual es compatible con la procreación corporal.
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