Las monjas trinitarias de Suesa, ante la Jornada Pro Orantibus
“Las monjas no somos seres etéreos, anacrónicos o sordos. No estamos de moda, pero existimos”. Lo dicen las monjas trinitarias de Suesa, en Cantabria, pero podrían suscribirlo los cientos de monasterios diseminados por nuestra geografía, que sin hacer ruido, pero con la misma determinación, le están dando la vuelta a una forma de ser y vivir su vocación que rompe los estereotipos que aún adornan su existencia.
“No pongas mi nombre en la entrevista, pon el de la comunidad”, me dice una hermana. “Porque las respuestas las hemos hecho en sinodalidad”. Y lo llevan haciendo mucho antes de que se hubiese convocado el Sínodo sobre la Sinodalidad, porque, como dicen sobre la esencia misma de su vocación, “procuramos que cada hermana sea escuchada desde el corazón”. Y hoy, en la Jornada Por Orantibus -cuyo lema es ‘La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal’- “su” día de fiesta, más que nunca.
– ¿Qué supone para la Vida Contemplativa la celebración de la Jornada Pro Orantibus?
– La vida contemplativa se construye cada día en la gratitud, escucha y sencillez del trato con Dios y con las hermanas. Esta jornada es un recordatorio al mundo de una manera diferente de vivir, donde la unicidad, que es lo que significa monachos, nos lleva a ser una con toda la humanidad y con la creación.
Buscamos días específicos para celebrar y también nos sirve para recordar que cada instante es una celebración donde la vida de Dios transforma las nuestras. La vida contemplativa es vivir cada instante en la Presencia. Cada instante es único, es don y reto.