“Lo últimos serán los primeros, si los primeros son prudentes”, era la frase que decía un cura que cuidaba el comedor del seminario cuando éramos pequeños. Casa día se servía la mesa por un lado y te ponías tu ración con cuidado de no pasarte, para que llegase al último, que al día siguiente sería el primero y podría vengarse mañana de la injusticia alimenticia posible de hoy. Hasta contábamos las patatas fritas, cosas del tiempo de carestía….
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Los últimos del mundo son los que no cuentan, los que no salen en las noticias ni en las encuestas, los que duermen en los bancos de la plaza, sin buzón, sin futuro, sin apenas recuerdos de lo que era vivir en un hogar… Los últimos se ahogan en el mar y van a caer en fosas comunes con nombre escritos a boli, si es que alguien se enteró de cómo se llamaban y tuvo la generosidad de escribir su nombre quizá por última vez.
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