10 octubre 2021 20:42 CEST
“Son las ocho de la mañana, las siete en Castroforte del Baralla. Se están produciendo importantes retenciones de tráfico en la entrada a Vetusta desde Barataria”.
Mientras los motores de nuestros coches rugen, en los próximos tres minutos de radio escuchamos términos como movimiento ecologista, desarrollo sostenible, calentamiento global, gases de efecto invernadero, etc. Todos indican una aparente preocupación por un planeta maltratado. Al menos desde una parte del orbe tremendamente urbano-céntrica y cada vez más desapegada de nuestra casa común, la Tierra.
Pero ¿Cómo se relacionaron los primeros habitantes de la península ibérica hace 1,4 millones de años con sus entornos? ¿Qué tipo de vegetación se encontraron? ¿Similar o diferente a la del este de África, su tierra natal? ¿Qué nos dicen al respecto los dientes de los herbívoros? Y, por último, ¿pudieron sobrevivir en un escenario climático y ecológico cambiante?
De forma natural, las plantas transforman la energía de la luz en energía química. Sin embargo, los animales, entre ellos los humanos, dependemos de la energía almacenada en otros seres vivos. Los consumidores primarios, los herbívoros, directamente de la de las plantas. Y los secundarios, los carnívoros, a través de aquellos. Nosotros nos encontramos en un punto intermedio puesto que nos caracterizamos por tener una dieta omnívora.