Humana antes que juez
Hanifa es una médica argelina. Considera que, sin perder su identidad musulmana, es importante estar abierta al mundo, a las personas, a las culturas y a otras religiones. Ser prójimo de los demás y curar sin mirar a Quién es su divisa.
Entrevista de José María Cantal Rivas, animador de los grupos “Escuela de la Diferencia” a la médica argelina Hanifa.
Preséntate, por favor.
Me llamo Hanifa, soy argelina, musulmana y médico (especialista en cirugía torácica); pero también me defino como amante de la literatura, la lectura y el teatro, los idiomas y las excursiones, el voluntariado y el diálogo inter-cultural. Sueño con poder ir a ayudar en Gaza o en África subsahariana.
¿Por qué te hiciste médico?
Me parecía una actitud humanista: ir hacia los demás sin distinción, sean cuales fueren sus diferencias, para prestar servicio a todos los que están necesitados. Ahora tenga la capacidad de aliviar el sufrimiento.
¿Dónde conociste a los padres blancos por primera vez?
En la biblioteca bio-médica de Orán que ellos dirigían. Allí me encontré con una institución muy bien organizada, accesible y con bibliografía abundante. Estaba en segundo de carrera cuando ellos me propusieron formar parte del “comité de gestión”: nunca imaginé que tendría esta gran suerte. Eso me empujó a ser un miembro más activo del comité: “La biblioteca es ahora algo mío”, me dije. Y se convirtió en mi segunda familia.
¿Cuáles eran las competencias de ese comité? Mejorar todo lo referente la biblioteca, prepa-
rar las conferencias mensuales y contactar con los conferenciantes, ir al salón del libro de Argel y ayudar a establecer la lista de libros que había que comprar, revisar el reglamento interno, etc.
¿Qué actividad te ha enriquecido más?
Al proponerme formar parte del comité sentí que esa confianza que tenían los padres blancos en mí me hizo crecer: “¿Qué han visto en mí?” me preguntaba. Esta confianza ha sido un honor y me hice más consciente de mi potencial humano.
¿Y cómo llegaste al mundillo de la inter-culturalidad?
Primero a través del círculo de lectura que se reunía en la biblioteca y en el que, gentes muy diferentes, compartíamos nuestras lecturas y nos empujábamos unos a otros a leer cosas nuevas: sin ellos nunca me hubiera interesado por la literatura rusa o latinoamericana. Al ampliar mis horizontes literarios, se me fueron ampliando otros horizontes gracias a los miembros del grupo: había un lector que me caía particularmente bien, me gustaban sus comentarios y las presentaciones que hacía; su compañía también era agradable ¡y eso que era extranjero y cristiano! Poco a poco esta amistad fue creciendo: organizando juntos las conferencias, yendo a cenar con todo el grupo, descubriendo más de la personalidad de mis nuevos amigos, etc.
Me gusta mi país y me gusta hacer de guía cuando hay extranjeros que visitan Orán: Nicolás, un cooperante francés y sus padres; Leonai, estudiante alemana en un programa de intercambio universitario; Donald historiador “italo-irlandés”; sor Marta, italiana y Johan, belga, que trabaja en un organismo católico intercultural.
¿Y qué más?
Bueno, ¡no estamos todo el día hablando de los dogmas de nuestras religiones respectivas! Pero al preguntarme cosas o al preguntarla yo, al vernos vivir y reaccionar cotidianamente… he aprendido mucho sobre el cristianismo. Luego, una vez más confiaron en mí, y la parroquia me pidió que interviniera en una formación destina- da a los africanos cristianos recién llegados para estudiar en nuestras universidades. Más tarde se me invitó a participar en el grupo de diálogo islamo-cristiano llamada “Ribat alsalam” (vínculo de la paz)… y hace poco, en febrero pasado, a tomar la palabra delante de los estudiantes del Instituto Ganivet de Granada, ya que es un instituto bilingüe español-francés.
¿Cómo conociste la Escuela de la Diferencia? Antes incluso de que comenzase, el P. José Mª
Cantal (padre blanco granadino) me compartió su idea. Juntos nos pusimos a trabajar y a modificar de común acuerdo para ponerla en marcha…
¿Cuál es, según tú, el encanto de esta experiencia educativa?
Lo primero: que esta propuesta existe. Luego la gran diversidad de los participantes. En Argelia no es algo evidente ni habitual. La Escuela de la Diferencia ofrece a los jóvenes la posibilidad de romper el hielo entre ellos, ese muro que impide la comunicación. Y por último, allí se puede hablar de todo sin miedo a tabúes, explicar sus tradiciones, expresarse sin temor…
Y a ti ¿todo esto que te ha aportado?
Profundizar mi fe sin hacerme intransigente. A mí también me han hecho preguntas mis amigos cristianos sobre ciertos aspectos del islam que no conocían y que para mí eran evidentes. Y para poder hacer la diferencia entre lo que dice el islam y lo que son las costumbres de mi tierra he tenido que documentarme convenientemente… y eso ya se me ha quedado grabado en mi conciencia. Mi profesión también me ha enseñado a ser humana antes que juez, a salvar vidas sin fijarme en las diferencias. Mi fe la vivo interiormente y con serenidad.
¿Qué significa para ti tener amigos cristianos?
Tampoco hay que estar focalizados en la religión como hacen algunos medios de comunicación. La amistad es un amor que se ha escogido. Y esta amistad incluye más cosas que la religión: hablarse, escucharse, tener confianza, aguantar- se, y no compararse buscando llegar a un mundo homogéneo (todos parecidos) o para saber quién tiene la mejor religión. Creo que puedo decir que, para ser musulmana, he visitado muchas iglesias y monasterios (risas). Y qué inmensa alegría cuando mis amigos cristianos me fe- licitan en mis fiestas religiosas: ramadán, fiesta del cordero… Y yo hago lo mismo en Navidad o Pascua. Pero no me gusta que me presenten como “una amiga de la Iglesia”. Mis amigos son mis amigos antes que nada y, después, constato que entre sus características está la de ser cristianos. Pero nuestra amistad no forma parte de una campaña.
¿Y qué opinas de tu viaje a Granada?
¡Se lo recomiendo a todo el mundo! En nuestras clases de historia, en Argelia, el periodo de Al-Andalus se nos presenta como lo mejor que ha producido la civilización musulmana: tolerancia entre las religiones, el apego a las ciencias, las traducciones, la apertura, el trabajo bien hecho. Este viaje quedará para siempre en mi corazón: los paseos por la Alhambra y el Generalife, por las calles de Granada, sus tradiciones culinarias… Se pueden leer muchos libros o ver documentales sobre Granada, pero verla ¡es otra cosa!
José María Cantal Rivas, mafr