Este es un artículo de opinión de Roberto Savio, fundador y presidente emérito de IPS, y editor de Other News.
Por Roberto Savio
– La reciente reunión del G20, que debía celebrarse en Riad pero se realizó en forma virtual debido a la pandemia de coronavirus, ha sido un ejemplo elocuente de cómo el mundo va a la deriva, en medio de una crisis de liderazgo. Fue, en cierta medida, una vidriera o escaparate.
Todo el mundo tuvo que aceptar la imagen del anfitrión de la reunión, el enfermo rey Salman de Arabia Saudita, acompañado en las pantallas de la televisión por su aparente heredero, el príncipe Mohamed bin Salman, que es, evidentemente, el autor intelectual del brutal asesinato, desmembramiento y desaparición del cuerpo del periodista disidente saudita Jamal Khashoggi.
Bin Salman se salió con la suya, también gracias al apoyo del saliente presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien durante su intervención por videoconferencia, afirmó, entre otras perlas, que nadie en la historia de su país había hecho tanto como él por el ambiente (como cuando dijo que nadie desde Abraham Lincoln había hecho tanto como él por los negros estadounidenses). Después de eso Trump se fue rápidamente a su campo de golf e ignoró el debate.