El Papa Francisco concluye su ciclo de catequesis sobre San José, abordando su vertiente de “patrón de la Iglesia universal” y, por ende, custodio de Jesús, de María y de la Iglesia. Por eso, al igual que San José, “el cristiano tiene que custodiar la vida propia, la de los demás y la de la Iglesia”. Teniendo en cuenta que “toda persona que tenga hambre y sed, todo extranjero, toda persona sin ropa, todo enfermo, todo preso es el ‘Niño’ que José custodia” y que el católico tiene que amar a la “Iglesia tal y como es”. De ahí su invitación: ““Cuando nuestros errores crean escándalo, tengamos la valentía de enfrentar la verdad, pedir perdón y comenzar de nuevo”.
En su saludo en italiano, recordó el asesinato reciente del religioso Padre Richard, en Congo: «La muerte del padre Richard, víctima de una violencia injustificable y deplorable, no desanimará a su familia, a su familia religiosa y a toda la comunidad cristiana de esa nación a ser heraldos y testigos del bien y la fraternidad, a pesar de las dificultades, imitando el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor».
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Vivimos en una época en la que es común criticar a la Iglesia, subrayar las incoherencias, los pecados, que en realidad son nuestras incoherencias, nuestros pecados, porque desde siempre la Iglesia es un pueblo de pecadores que encuentran la misericordia de Dios. Preguntémonos si, en el fondo del corazón, nosotros amamos a la Iglesia tal y como es. De hecho, solo el amor nos hace capaces de decir plenamente la verdad, de forma no parcial; de decir lo que está mal, pero también de reconocer todo el bien y la santidad que están presentes en ella, a partir precisamente de Jesús y de María. La Iglesia somos todos en camino. Custodiarnos unos a los otros.