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«La regeneración de la vida pública requiere una especial orientación al bien común. Y en este punto, es importante la implicación de los católicos, desde la pluralidad y diversidad, en la esfera pública desde el diálogo y no, simplemente, ocupando espacios de poder e influencia, así como de repensar el papel de las religiones, en especial de la Iglesia Católica«. El Real Alcázar de Sevilla sirvió como marco incomparable para la apertura de la XLIII Semana Social de España, bajo el lema “La regeneración de la vida pública. Una llamada al bien común y a la participación”.
La ponencia inaugural fue pronunciada por el secretario general de la CEE, Luis Argüello, quien denunció que “no se puede cambiar la vida pública sin transformar la vida privada”
“Para regenerar la vida pública es necesario impulsar la vida vivida como vocación política”, subrayó Argüello, quien defendió que “la Doctrina Social de la Iglesia es la brújula que debe seguir la Iglesia”, frente a “la tentación de las ideologías”.
Así, reivindicó la “importancia de pensar con las manos, de reflexionar sobre los hechos de los que somos testigos y partícipes, porque la DSI propone cambios en profundidad en el corazón, conversión y en la sociedad, innovación, revolución en algunos casos que exigen las situaciones de injusticia, para servir al verdadero bien de los hombres”.
Regenerar la vida pública implica una vocación al bien común, y ahí se preguntó “qué aporta la Iglesia al bien común”. Pero “¿hay una verdad sobre el bien?”, se preguntó, lamentando una sociedad en la que “está en cuestión hasta la comprensión del significado de la diferencia sexual”.