22 diciembre, 201
La población está al borde de la hambruna y la emergencia humanitaria no se detiene: es la alarma lanzada por los Padres Blancos, nueve meses después de que el ciclón Idai azotara Mozambique causando graves inundaciones y dejando un rastro de destrucción tras de sí. Según la Agencia Fides, el ciclón causó la muerte de más de mil personas (602 en Mozambique, 344 en Zimbabwe, 60 en Malawi) y la ciudad más afectada fue Beira. El desbordamiento de los ríos Buzi y Pungue dejó sumergidos pueblos enteros que permanecieron aislados durante días. Desde entonces, la vida se va recuperado lentamente, pero aún nos encontramos en un estado de emergencia humanitaria en esta víspera de Navidad.
El padre John Itaru, ecónomo de los Padres Blancos en Mozambique, ha visitado las áreas de Beira, Dombe, Sussundenga y Tete. Tras su visita explica a la Agencia Fides: «Beira se ha visto seriamente afectada. La ciudad está de rodillas. Ahora la vida parece querer volver lentamente a la normalidad. Nuestras comunidades solo han sufrido daños leves. A excepción de Nazarè, donde se encuentra nuestro centro catequético. En esa área, en los días del huracán, los fuertes vientos y las lluvias torrenciales se llevaron volando los techos. Allí y en otras zonas, han sido precisamente los techos de chapa arrancados y transportados por las ráfagas de viento los que han causado numerosas víctimas».
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