Ser consciente de cuáles son las soledades más frecuentes que enfrentan nuestras comunidades es un paso necesario para poder acompañarlas con atención amorosa; no obstante, previamente, tenemos que ser aún más conscientes de cómo somos, cómo estamos siendo a nivel comunitario, como familia religiosa.
A día de hoy, y desde una visión muy generalista, podríamos hablar de una serie de características comunes a las comunidades de vida religiosa.
Son: * Una agrupación de personas reales y únicas.
* Que no se han elegido.
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