Las compañías están trasladando su producción a los países desarrollados. Esta tendencia está poniendo en peligro el progreso alcanzado en las últimas décadas en la reducción de la pobreza mundial.
La crisis económica mundial desencadenada por la pandemia de la covid-19 en 2020 y la invasión rusa de Ucrania en febrero de este año ha intensificado el riesgo de una menor integración comercial entre países. Este proceso es conocido como la desglobalización del comercio.
La pandemia ha impactado en las cadenas de suministros de todo el mundo. Por ello, las empresas en economías más avanzadas han empezado a llevar la producción que habían subcontratado en Asia a sus países, o al menos a zonas más cercanas. Con estos cambios, se espera evitar, tanto en la actualidad como en el futuro, interrupciones en las cadenas de suministros para así asegurar un suministro de mercancías constante y fiable.
La invasión rusa de Ucrania ha acelerado la escasez mundial de suministros tras la pandemia. Además, está alentando las expectativas de una menor dependencia de las empresas de las cadenas de suministro mundiales. Esto ocurre especialmente con las empresas en Europa y Estados Unidos.
Esta tendencia corre el riesgo de añadir tensiones en las economías africanas, que ya sufren dificultades económicas en la actualidad, debido a la inflación de los precios de los alimentos y del combustible impuesta por la guerra en Ucrania.