Retumba la explosión de un misil en Kiev y en una aldea de Sudán no saben si habrá pan para mañana. Sin que se haya cumplido una semana de guerra en Europa, ya se van perfilando sus efectos globales. La invasión de Ucrania reverbera por todo el mundo y en África adquiere el feo rostro del hambre. Como amenaza más inmediata, varios países temen un desabastecimiento de cereales esenciales. La dependencia de Rusia y Ucrania en las importaciones de trigo es inmensa en potencias regionales como Egipto, donde alcanza un 85%. Resulta notable en otras como Kenia o Nigeria. O en varios estados del norte del continente. Pero, sobre todo, afecta profundamente a países donde la seguridad alimentaria se tambalea. Sudán, por ejemplo, importa el 65% de su trigo de Rusia.
Aunque la escasez del preciado cereal aún no se ha instalado en los mercados internacionales, su fantasma ya ha disparado los precios. El incremento suma un 27% en el último mes, la mayoría concentrado desde el inicio de la ofensiva rusa el pasado jueves. Los dos países en guerra suman casi el 30% de las exportaciones a nivel mundial. Y todo apunta a que una mezcla de asfixia sancionadora en Rusia e incapacidad productiva en Ucrania provocará una caída drástica del trigo disponible. Otros productos agrícolas (en especial maíz y aceite de girasol) que África importa masivamente de Ucrania y Rusia podrían correr la misma suerte.