por María Eugenia Aguado | Agosto 3, 2023
El título de este post está sacado de una frase de Lord Byron, que textualmente decía:
“Todo lo que trae alegría debe compartirse, la felicidad nació gemela” Es lógico pensar así, porque aunque tuviéramos todas las riquezas soñadas, si no pudiéramos compartirlas seguro que dejaban de ser tan valiosas, la magia desaparecería. Se podría decir que toda alegría compartida se multiplica por dos, y a la par, todo problema compartido se reduce a la mitad»
Y es que no nacimos islas, somos seres interdependientes. Dios nos creó a su imagen y semejanza para la comunión, para la comunión con Él y con los demás. Las personas estamos hechas para lo absoluto y en este peregrinar somos con otros, somos desde otros y somos para otros. Somos en esencia seres abiertos al encuentro, a la comunión.
Las personas, pese a nuestros frecuentes malos entendidos, nos buscamos pues todos necesitamos a alguien con quien hablar, en quien confiar, con quien crecer, a quien amar….Necesitamos compartir la vida y aprender a tratarnos en los momentos de celebración y éxito, y en los de fracaso y miedo, en los momentos de abundancia y de pobreza, de fortaleza y de debilidad. Necesitamos derribar muros y tender puentes, dedicarnos tiempo para encontrarnos y reconocernos, en lo cotidiano, en lo sencillo, en el diálogo y en el silencio.
¿Por qué en nuestras familias y comunidades hay a veces tanta dificultad para el encuentro? Tal vez porque nos olvidamos de cómo nos ama Dios y porque con frecuencia no nos dejamos amar por Él. Es ese amor, ese sabernos infinitamente amados y capaces de amar, que nos abre al encuentro con el prójimo, que nos invita a una fraternidad más allá del vínculo de la sangre.
El pasado día 2 de agosto el Papa invitó a los religiosos en la JMJ a “echar las redes”, a llevar la cercanía de Dios a todos los lugares, pues la Iglesia es para todos. Para poder echar las redes hacia afuera, los que se encuentran fuera de la red tienen que poder decir “mirad cómo se aman”.
La vida comunitaria está llamada a mucho más que a compartir casa, comida y algunas actividades y oraciones. Estamos llamados a una vida en comunión y fraternidad, y para eso hemos de empezar por aceptarnos incondicionalmente y acogernos.
Os dejo algunas preguntas que nos pueden ayudar a tomar conciencia de nuestro punto de partida:
El Papa nos invita a volver a echar las redes, empecemos por nuestras familias y comunidades:
“Dejemos que Jesús vuelva a subir a la barca, él viene a buscarnos en nuestras soledades y crisis, para ayudarnos a empezar de nuevo”