Empieza el mes de noviembre y los cielos de la región de Saint Louis, al norte de Senegal, regalan imágenes de extraordinarias: millones de aves de todos los colores y tamaños que llegan al continente africano escapando del frío invierno europeo. El parque Djoudj, situado en el delta del río Senegal, es uno de los lugares predilectos de acogida y refugio para la reproducción de muchas especies, que se quedan por la zona hasta bien entrada la primavera.
Clasificado como Patrimonio de la Humanidad en 1981, este parque acogió la semana pasada la inauguración de las celebraciones en África del Oeste del 50 aniversario de esta convención, reuniendo a representantes de las instituciones regionales de referencia en la salvaguarda del patrimonio (ICCROM, UICN, African World Heritage Fund,…), cargos políticos y educativos, y un centenar de estudiantes de la subregión. Bajo el título Next 50, la UNESCO comienza así un periodo de reflexión sobre el patrimonio “como herramienta de resiliencia, humanidad e innovación”, a través de actividades por todo el mundo que se extenderán los próximos meses.
De los 1.154 bienes inscritos hoy en día en esa lista de la UNESCO, 98 se encuentran en África, una representación juzgada escasa –ya que supone tan solo un 8% del total– por los países africanos