21 NOV 2023
“Hace un rato, he hablado con el presidente electo Joseph N. Boakai para darle la enhorabuena en su victoria”. A última hora del viernes, George Weah salió al estrado y aceptó su derrota. Lo que ha ocurrido en Liberia es lo que la norma dice que debe ocurrir en unas elecciones. Cuando uno pierde, acepta su derrota, da la enhorabuena al contrario y se va a su casa. Bueno, pues eso que ha hecho George Weah es una rara avis en la política africana y más todavía si hablamos de un presidente en el poder, con posibilidad de extender su cargo.
Lo hizo además antes de que la comisión electoral confirmase su derrota y con un resultado ajustadísimo. Con el 99,98% de los resultados escrutados, Weah tenía un 49,36% de los votos por un 50,64% de su rival, Boakai. Aun así, ha aceptado su derrota y ha pedido a la población liberiana, dividida entre ambos candidatos, que acepte al nuevo presidente.
El caso es raro porque los datos de varios estudios así lo avalan. Uno indica que entre 1992 y 2006 los presidentes en el poder ganaron el 96% de las elecciones en África subsahariana. Otro toma datos entre el año 2000 y el 2015, cuando solo nueve presidentes perdieron unas elecciones en África. Si miramos recientemente, casos de la oposición ganando y el presidente aceptando su derrota son pocos. Los más recientes son los de Malaui en 2020, cuando Lazarus Chakwera venció a Peter Mutharika en la repetición electoral, y en Zambia en 2021, cuando Hakainde Hichilema echó a Edgar Lungu del poder. Ahora, en ambos casos había casi 20 puntos de diferencia entre ambos candidatos.