No tenemos ninguna duda del impacto negativo que tiene la polución de las ciudades sobre la salud. Pero ignoramos que el aire del interior de nuestras casas puede estar hasta 5 veces más contaminado que el aire del exterior.
¡Hogar, dulce hogar! El hogar, ese lugar donde nos sentimos tan a gusto, tan seguros, ¿es realmente un lugar seguro para nuestra salud? Quizás no.
Cuando veía la serie House me llamaba la atención que, en muchos de los casos que atendía el famoso doctor, visitaba la casa donde residía el paciente, buscando evidencias para intentar saber cuál era el origen de sus dolencias. Y no es de extrañar ya que, según un estudio AIMC, pasamos unas 15 horas al día en nuestras casas o, lo que es lo mismo, un 62,3 % de nuestro tiempo diario. Si le sumamos las horas que pasamos en nuestros lugares de trabajo, medios de transporte y en espacios de ocio cerrados, se eleva al 90 % de nuestro tiempo. Las mujeres y los mayores de 65 años son los que más tiempo están en sus hogares.
Esta circunstancia nos ha colgado la etiqueta de generación doméstica (indoor generation en inglés). Nos estamos convirtiendo en personas de interior que solo recibimos luz natural y aire fresco en momentos puntuales como el camino al trabajo, al colegio o al supermercado.
Para colmo, la pandemia de covid-19 nos confinó en nuestros hogares para protegernos, afianzando el sentir popular de que “como en casa, en ningún sitio”. Ahora más que nunca, consideramos nuestro hogar como un sitio seguro en el que cobijarnos, un lugar de intimidad y recogimiento.
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¿Cómo podemos mejorar el medio ambiente de nuestros hogares para evitarlo? Con varias medidas sencillas de aplicar:
Con todo y con eso, el mejor remedio para nuestra salud es salir al exterior, disfrutar del aire, la luz solar, el calor, el frío o la lluvia. Además de aprovechar estas salidas para movernos y aumentar la actividad física diaria reduciendo así nuestro sedentarismo.