Se acunó en la JMJ brasileña de hace una década y en Lisboa se presentan como una de las grandes realidades eclesiales juveniles. Su fundador, el sacerdote José Pedro Manglano, habla con ‘Vida Nueva’ sobre la identidad de esta familia carismática emergente.
Es una tarde con poco jaleo. Apenas hay una decena de jóvenes trabajando en la sala de máquinas. Alguno estudiando en la habitación que antes era una celda conventual y ahora es residencia de discernimiento, donde pasar unos cuantos meses hasta aclarar las ideas. Actualmente, una veintena. Otros tantos andan repartidos por algunas de las capillas del complejo, como la de san José, con mesa de carpintero incluida como altar. Lo habitual es que el lugar esté repleto. Con un patio hasta la bandera para la hora santa de los lunes y un aula donde se ofrecen cursos en formación teológica. Y, sí, con otros tantos en la zona de la barbacoa con sus grifos de cerveza. Sí, porque después de la oración, el personal no coge sus bártulos y se va de copas a un garito separando su fe de su ocio. Hakuna lo enlaza.
Así es ‘El Estudio’, su sede. El epicentro de una nueva realidad eclesial que está agitando algo más que la pastoral juvenil. Con sus potencialidades, sus interrogantes y las sospechas que surgen ante un fenómeno de estas características. “Es importante no entrar en comparaciones; todos somos de Cristo. La verdad siempre triunfa y, si Hakuna es verdad, seguirá adelante”, deja caer el fundador y presidente de un movimiento que nació hace justo ahora diez años.
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