Pese al terror, las misioneras combonianas continúan acompañando a cientos de mujeres y niñas en todo el país.
Pero Sofiana no nació aquí. Ella proviene de Palma, una ciudad portuaria al norte de la misma región, de donde tuvo que escapar hace dos años por la violencia. Huyó junto a su hermana Zainama, que tiene 15, y a sus padres. “La situación era difícil. Nos fuimos de nuestro hogar, pero la vida sigue sin ser fácil para nosotros”, cuenta.
Sofiana y su familia sufrieron en sus propias carnes la ira del alzamiento yihadista que opera en Cabo Delgado desde 2017. Vinculado a Al Shabab, movimiento terrorista muy operativo en el Cuerno de África, ya ha dejado más de 6.000 muertos y alrededor de un millón de desplazados internos, según cifras de la ONU. Aquel año, un grupo de insurgentes asaltaron un puesto de policía, dando comienzo a unos ataques que se han prolongado hasta la actualidad con más o menos virulencia y que se han extendido a las provincias colindantes de Niassa y Nampula.
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