«¿Y nosotros?, ¿Qué ven nuestros ojos? ¿Qué visión tenemos de la vida consagrada?»
«Queridos amigos, renovemos hoy con entusiasmo nuestra consagración. Preguntémonos qué motivaciones impulsan nuestro corazón y nuestra acción, cuál es la visión renovada que estamos llamados a cultivar y, sobre todo, tomemos en brazos a Jesús». Misa en la Jornada de la Vida Consagrada en la basílica de San Pedro. El Papa Francisco, acompañado por el prefecto de la CIVCSVA, Joao Braz de Aviz, lanza un mensaje de esperanza y una advertencia contra las «falsas nostalgias» y el «miedo a cambiar».
En su homilía, Francisco recordó a Simeón y Ana, los dos ancianos que se encuentran con Jesús en el templo. Especialmente en el caso del anciano, que sigue tres pasos: «él, en un primer momento, es conducido por el Espíritu, luego, ve en el Niño la salvación y, finalmente, lo toma en sus brazos». Las palabras de Bergoglio giraron en torno a estas tres actitudes, y su vinculación con la vida religiosa.
La primera, «¿qué es lo que nos mueve?». El Espíritu, que es «quien inflama el corazón de Simeón con el deseo de Dios, es Él quien aviva en su ánimo la espera, es Él quien lleva sus pasos hacia el templo y permite que sus ojos sean capaces de reconocer al Mesías, aunque aparezca como un niño pequeño y pobre».