Ángela Lopera, misionera en Angola
«Y yo también caigo en la trampa de la desilusión. Pero, como Dios es bueno y siempre está, cuando parece que rozo el límite, alguien me regala una palabra de aliento: ‘Estudiar en esta escuela me ha cambiado la vida’, `’Gracias a las hermanas yo soy otra persona’, ‘Ahora me siento capaz’, ‘Gracias por venir a vivir con nosotros’… Palabras que te llevan a comprender que, al final, es el amor que ponemos en lo pequeño de cada día lo que cuenta».
Ángela Lopera es Esclava del Divino Corazón y actualmente vive el carisma de la congregación, “anunciar el amor personal de Jesucristo a través de la educación”, en la misión de Angola.
“Nuestra congregación llegó a Angola en 1996, hace ya 25 años. Yo aterricé en estas tierras en enero de 2020, unos meses antes de que la pandemia cambiará el curso de nuestra historia.
En este tiempo, he tenido la suerte de conocer las dos escuelas que las hermanas tenemos aquí. Viví los primeros impactos de la misión, acrecentados por la situación de confinamiento global en Luena, provincia de Moxico, una de las más grandes en extensión de todo el país y también una de las zonas más empobrecidas. Actualmente estoy destinada en Luanda, la capital. Coordino la pastoral de la escuela y sueño junto con mis hermanas y los educadores de este centro cómo impulsar y garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, que promueva oportunidades de aprendizaje para todos.
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