«Con la certeza, como los magos, de que incluso en las noches más oscuras brilla una estrella»
En la fiesta de la Epifanía, el Papa Francisco, rodeado de 21 cardenales y 19 obispo y muchos sacerdotes y fieles, invita a seguir, como los magos “con ojos que son ventanas abiertas al cielo”, al Niño que “es la estrella polar que ilumina los cielos de la vida y orienta los pasos hacia la alegría verdadera”. Y como ellos también, dejarnos guiar por su secreto: “saber desear”. Porque “somos lo que deseamos. Porque son los deseos los que ensanchan nuestra mirada e impulsan la vida a ir más allá”.
Por eso, el Papa invita a los creyentes a ir “a la escuela del deseo” de los magos, porque “la crisis de la fe, en nuestra vida y en nuestras sociedades, también tiene relación con la desaparición del deseo de Dios”. Ese deseo nos llevará a “una fe valiente, profética, que no tenga miedo de desafiar a las lógicas oscuras del poder, y se convierta en semilla de justicia y de fraternidad”.
Y, una vez más, en una homilía profunda, brillante y valiente, el Papa interroga a la Iglesia: “¿No estamos, desde hace demasiado tiempo, bloqueados, aparcados en una religión convencional, exterior, formal, que ya no inflama el corazón y no cambia la vida? ¿Nuestras palabras y nuestros ritos provocan en el corazón de la gente el deseo de encaminarse hacia Dios o son “lengua muerta”, que habla sólo de sí misma y a sí misma?”