Wilder, Roxana y sus tres hijos viven hoy con ingresos cero gracias a la ayuda de Cáritas Madrid
Hace ya casi dos meses que descubrieron qué se escondía tras las siglas ERTE. Wilder, su jefe y su otro compañero echaron el cierre a la peluquería del barrio y, desde entonces, están confinados cada uno en su casa. El Expediente de Regulación Temporal de Empleo, que en un principio era por 15 días, luego por 30 y ya pasa de 45, les dejó sin empleo y sin sueldo, puesto que a día de hoy todavía no han cobrado la prestación pública.
Sin ahorros, ayuda familiar y con ingresos cero tienen que seguir dando de comer a sus hijos. Él y su mujer, Roxana, son solo un ejemplo de la situación que viven muchas familias en el barrio de Hortaleza en Madrid, con una población humilde que no ha quedado al margen de la embestida del coronavirus, pero que han encontrado el abrazo –hoy en sentido más literario que nunca– de la parroquia de Santa Rosalía, del párroco Ramón Montero (Moncho para todos ellos), de todos sus voluntarios y de Cáritas Madrid.
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