Más de 82,4 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a abandonar sus hogares a causa de alguna de las 25 guerras abiertas o de algún tipo de persecución, según ACNUR. Migrantes, considerados de segunda clase, olvidados por la comunidad internacional, pero no por la Iglesia.
Una semana después, unos continúan desaparecidos, otros siguen en la selva escondidos porque su vida en la ciudad les ha sido arrebatada por terroristas; también uno de los hijos, al que han decapitado. Francisco, más conocido como ‘Chico’, ha sobrevivido y por eso puede contarlo a Ayuda a la Iglesia Necesitada. A sus más de 50 años se ha convertido en desplazado dentro de su propio país, Mozambique, a causa de la guerra.
A 3.000 kilómetros de allí también se escuchan disparos. Es el Tigray, en Etiopía. Lo que apenas se percibe, más allá de las fronteras de este país, es el rostro de los niños que quedan huérfanos o abandonados y sufren desnutrición, o el de las madres que lloran porque han perdido a sus hijos. Consecuencias de un “conflicto claro entre las fuerzas del gobierno y los tigriñas”, del que hablan solo unos pocos como, por ejemplo, Manos Unidas, que siempre sale al rescate cuando parece que los fondos se acaban.
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